Ayer sábado, fue Granada nevando y hoy domingo, para festejarlo, Granada nevada. Todo es posible en Granada, sí señor, como el dicho manda. Así que, a disfrutarla!
Son las diez de la mañana cuando nada más subir la persiana, noto como que la vista me engaña. Toda la terraza estaba blanca. Vuelta a restregarme los ojos y ya sin adivinarlo. Era posible el dicho en Granada. Ayer tan verde y hoy envuelta en la nieve. Corriendo me calzo y a por la cámara disparando. Me asomo a la baranda y Granada se rinde a la mirada. Todo un espectáculo de luz y color. De azul, verde y blanco.
Como no teníamos pensado ir hoy de excursión porque es el cumpleaños de mi primo y ya nos dijo que hoy tocaba paro forzoso. Mi mujer y yo decimos hacer la transitada y famosa “Ruta del colesterol” y que la montaña nos espere hasta el domingo que viene. Seguramente, no se moverá y continuará allí sentada. Por eso hoy tocaba pisada por sitio más llano y menos arriesgado dada la nevada con que nos había obsequiado el tiempo y la mañana.
Son las 12:10 AM cuando comenzamos el itinerario. La Ruta del colesterol parte del Puente Verde (al final del Paseo de la Bomba), sobre la margen derecha del río Genil conforme vamos de Granada hacia Pinos Genil, pasando primero por Cenes de la Vega.
La vereda o sendero está muy bien señalizada y empieza bastante ancha, atravesando la espalda de la ladera de la Bola de Oro, el recientemente inaugurado pabellón deportivo de Matías Prats, que se ha construido en una gran explanada sobre dicha margen del río.
Pronto llegamos al túnel del Serrallo. La vereda va siempre muy cercana a la margen de su lecho. Pasamos la Lancha de Cenes, la presa Real, para llegar a Cenes de la Vega. Continuamos la vereda, observando que cada cierta distancia hay diversos puentes de madera que cruzan el río Genil de una lado al otro. Pasamos entre alamedas de álamos blancos y negros, juncos y cañas y matas de romero. Dejamos Cenes y su multitudinarias construcciones que van comiendo vega y cerro al mismo tiempo. Cosas y cosillas de los Ayuntamientos. Pero es mejor mirar hacia delante. La llegada a Pinos Genil pronto se hace notar y el descanso y el avituallamiento ya huelen a necesario. Miramos el reloj que, lo teníamos como olvidado en el tiempo, y nos marca las 14:30 horas. Nos dirigimos hasta la Plaza del Ayuntamiento y paramos en el Bar los Cazadores para repostar. Nos aconsejan arroz caldoso, y probar el mosto de la casa. Terminamos con café y de postre, leche frita que nos sabe a gloria dulce y a savia bendita.
De vuelta para Granada, echamos por la otra margen del río, más ancha y soleada. El terreno y el frío lo aconsejaban. Son alrededor de unos 10 Km. lo que mide el itinerario en un solo sentido, y se pueden hacer en unas dos horas aproximadamente, a un paso medio decente. Hoy ha merecido la pena doblemente. Granada estaba verde y blanca y como más cercana que nunca. Así estaba su rostro…
Son las diez de la mañana cuando nada más subir la persiana, noto como que la vista me engaña. Toda la terraza estaba blanca. Vuelta a restregarme los ojos y ya sin adivinarlo. Era posible el dicho en Granada. Ayer tan verde y hoy envuelta en la nieve. Corriendo me calzo y a por la cámara disparando. Me asomo a la baranda y Granada se rinde a la mirada. Todo un espectáculo de luz y color. De azul, verde y blanco.
Como no teníamos pensado ir hoy de excursión porque es el cumpleaños de mi primo y ya nos dijo que hoy tocaba paro forzoso. Mi mujer y yo decimos hacer la transitada y famosa “Ruta del colesterol” y que la montaña nos espere hasta el domingo que viene. Seguramente, no se moverá y continuará allí sentada. Por eso hoy tocaba pisada por sitio más llano y menos arriesgado dada la nevada con que nos había obsequiado el tiempo y la mañana.
Son las 12:10 AM cuando comenzamos el itinerario. La Ruta del colesterol parte del Puente Verde (al final del Paseo de la Bomba), sobre la margen derecha del río Genil conforme vamos de Granada hacia Pinos Genil, pasando primero por Cenes de la Vega.
La vereda o sendero está muy bien señalizada y empieza bastante ancha, atravesando la espalda de la ladera de la Bola de Oro, el recientemente inaugurado pabellón deportivo de Matías Prats, que se ha construido en una gran explanada sobre dicha margen del río.
Pronto llegamos al túnel del Serrallo. La vereda va siempre muy cercana a la margen de su lecho. Pasamos la Lancha de Cenes, la presa Real, para llegar a Cenes de la Vega. Continuamos la vereda, observando que cada cierta distancia hay diversos puentes de madera que cruzan el río Genil de una lado al otro. Pasamos entre alamedas de álamos blancos y negros, juncos y cañas y matas de romero. Dejamos Cenes y su multitudinarias construcciones que van comiendo vega y cerro al mismo tiempo. Cosas y cosillas de los Ayuntamientos. Pero es mejor mirar hacia delante. La llegada a Pinos Genil pronto se hace notar y el descanso y el avituallamiento ya huelen a necesario. Miramos el reloj que, lo teníamos como olvidado en el tiempo, y nos marca las 14:30 horas. Nos dirigimos hasta la Plaza del Ayuntamiento y paramos en el Bar los Cazadores para repostar. Nos aconsejan arroz caldoso, y probar el mosto de la casa. Terminamos con café y de postre, leche frita que nos sabe a gloria dulce y a savia bendita.
De vuelta para Granada, echamos por la otra margen del río, más ancha y soleada. El terreno y el frío lo aconsejaban. Son alrededor de unos 10 Km. lo que mide el itinerario en un solo sentido, y se pueden hacer en unas dos horas aproximadamente, a un paso medio decente. Hoy ha merecido la pena doblemente. Granada estaba verde y blanca y como más cercana que nunca. Así estaba su rostro…