29 enero 2006

LA RUTA DEL COLESTEROL (GRANADA) - HOY, VERDE Y BLANCA -
















Ayer sábado, fue Granada nevando y hoy domingo, para festejarlo, Granada nevada. Todo es posible en Granada, sí señor, como el dicho manda. Así que, a disfrutarla!
Son las diez de la mañana cuando nada más subir la persiana, noto como que la vista me engaña. Toda la terraza estaba blanca. Vuelta a restregarme los ojos y ya sin adivinarlo. Era posible el dicho en Granada. Ayer tan verde y hoy envuelta en la nieve. Corriendo me calzo y a por la cámara disparando. Me asomo a la baranda y Granada se rinde a la mirada. Todo un espectáculo de luz y color. De azul, verde y blanco.
Como no teníamos pensado ir hoy de excursión porque es el cumpleaños de mi primo y ya nos dijo que hoy tocaba paro forzoso. Mi mujer y yo decimos hacer la transitada y famosa “Ruta del colesterol” y que la montaña nos espere hasta el domingo que viene. Seguramente, no se moverá y continuará allí sentada. Por eso hoy tocaba pisada por sitio más llano y menos arriesgado dada la nevada con que nos había obsequiado el tiempo y la mañana.

Son las 12:10 AM cuando comenzamos el itinerario. La Ruta del colesterol parte del Puente Verde (al final del Paseo de la Bomba), sobre la margen derecha del río Genil conforme vamos de Granada hacia Pinos Genil, pasando primero por Cenes de la Vega.
La vereda o sendero está muy bien señalizada y empieza bastante ancha, atravesando la espalda de la ladera de la Bola de Oro, el recientemente inaugurado pabellón deportivo de Matías Prats, que se ha construido en una gran explanada sobre dicha margen del río.
Pronto llegamos al túnel del Serrallo. La vereda va siempre muy cercana a la margen de su lecho. Pasamos la Lancha de Cenes, la presa Real, para llegar a Cenes de la Vega. Continuamos la vereda, observando que cada cierta distancia hay diversos puentes de madera que cruzan el río Genil de una lado al otro. Pasamos entre alamedas de álamos blancos y negros, juncos y cañas y matas de romero. Dejamos Cenes y su multitudinarias construcciones que van comiendo vega y cerro al mismo tiempo. Cosas y cosillas de los Ayuntamientos. Pero es mejor mirar hacia delante. La llegada a Pinos Genil pronto se hace notar y el descanso y el avituallamiento ya huelen a necesario. Miramos el reloj que, lo teníamos como olvidado en el tiempo, y nos marca las 14:30 horas. Nos dirigimos hasta la Plaza del Ayuntamiento y paramos en el Bar los Cazadores para repostar. Nos aconsejan arroz caldoso, y probar el mosto de la casa. Terminamos con café y de postre, leche frita que nos sabe a gloria dulce y a savia bendita.
De vuelta para Granada, echamos por la otra margen del río, más ancha y soleada. El terreno y el frío lo aconsejaban. Son alrededor de unos 10 Km. lo que mide el itinerario en un solo sentido, y se pueden hacer en unas dos horas aproximadamente, a un paso medio decente. Hoy ha merecido la pena doblemente. Granada estaba verde y blanca y como más cercana que nunca. Así estaba su rostro…

28 enero 2006

GRANADA Y NEVANDO









Serían sobre las diez de la mañana cuando hoy sábado comenzó a nevar sobre la capital de Granada. Mi hijo mayor, que estaba estudiando, fue el que nos puso sobre alerta… ¡Papá, mamá que está nevando! Esas palabras que, en cualquier rincón habitado, saben a frío y a hueso húmedo; en esta casa, supieron al mejor desayuno del mundo. Así que nos pusimos en marcha, tras breves momentos de ansiedad y alboroto, y con rumbo a la naturaleza; no sin antes hacer acopio de abrigos, guantes, gorros, cámara de fotos, y muchas sonrisas tras las miradas. Por mayoría absoluta nos dirigimos, toda la familia, y hoy más numerosa que nunca, hacia Alfacar, para buscar esa estampa, ese rincón virgen tras los últimos copos. Hacía más de dos horas que estaba nevando y por eso intuíamos que en aquella cota estaría la nieve como en su casa… En un cuarto de hora aproximadamente, llegamos a la nuestra…
Estaba irreconocida, estupenda, virgen como ella sola. Aquí, sobre la cota de los mil metros, el aire, el paisaje, el reencuentro con el silencio, es otra historia; otro mundo tan diferente… Por eso, hoy damos gracias por la nevada y por estar, todos, más unidos por el tiempo que nunca… Por eso la excursión, hoy, ha sido intensa pero corta. Más bien un paseo sobre nuestra memoria y la de la nieve. Paseo que realizamos por la carretera que une las localidades de Alfacar y Víznar, y que va paralela a la acequia de Aynadamar, pasando junto al Parque de Federico García Lorca.
Esto fue lo que nos encontramos…

23 enero 2006

ERMITA CRISTO DEL ZAPATO (VALLE DE LECRÍN)

 
 
 
 
 






 

















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ERMITA CRISTO DEL ZAPATO

Ruta que realizamos ayer domingo, 22 de enero, saliendo para ello desde Granada a las 10 de la mañana; tomando la A-44, la Autovía de la Costa, y abandonándola en la salida de El Valle.  Llegando a Lecrín, bajamos por la carretera comarcal hacia Restabal. Allí dejamos el coche aparcado en la Plaza. ¡Fuera mochilas y bastones!. Nos calzamos las gorras y gorros, mientras la ilusión ya iba por delante. Abordamos la famosa “Cuesta del Calvario” - una pronunciada pendiente hormigonada- que te lleva hacia los depósitos municipales de agua. Un poco antes del final de la misma, hay un carril a la izquierda que pasa por un camping medio abandonado, unas canteras de mármol y ya para finalizar el carril, te deja por encima de los lavaderos de Pinos del Valle. Son las 12:15 cuando nos empinamos sobre dicha localidad y nos disponemos a tomar la vereda zigzagueante que sube directamente a la ermita del Cristo del Zapato. Tras unos 45 minutos aproximadamente la tomamos. No sin antes, hacer las paradas oportunas para observar las vistas que se van ganando tras el lento ascenso. Las reducidas aguas del pantano que atrapa la presa de Béznar allí abajo. El pico del Caballo de frente y, como la naturaleza manda, Sierra Nevada ligeramente nevada; Lanjarón hacia la derecha y la Sierra de los Guájares a nuestras espaldas; y aquí arriba, la ermita sobre el Cerro de Chinchirilla o Chinchirina. Pequeña y blanca; tan blanca y tan pequeña. En su centro y en sus adentros, el altar coronado con el cuadro del Cristo del Zapato que según consta en su leyenda, en él mismo dibujada, fue colocado aquí mismo sobre el siglo XVIII y representa a Cristo crucificado calzando sólo un zapato.
A las 13:00 decidimos comer allí, a 1.052 m.a. Las vistas lo merecían y las energías gastadas pasaban factura. Pero pronto se convertirían en pasado.
Tras media hora de avituallamiento (lo mejor de las excursiones según casi la mayoría), doble alegría- la tripa llena y la mochila vacía- dan señales de ello. Así que nos volvemos por la misma vereda que subimos, sólo que llegando al final y para no descender demasiado, porque de nuevo tendríamos que volver a una cota superior, tomamos una vereda a la izquierda. Pero todas las intuiciones desembocarían en lo mismo. Toda vereda poco transitada y abandonada a la suerte de la naturaleza, se borra porque pasa a formar parte de ella. Y ésta no iba a ser la excepción, más bien la prueba del porqué los bosques arden por el abandono y culpa, casi siempre, por la estupidez del hombre; así que pronto tuvimos que olvidarla para salir de nuevo al carril del camping abandonado y a un kilómetro, aproximadamente, retomar la Cuesta del Calvario para finalizarla hasta los depósitos municipales, donde parte un largo carril hacia el pueblo de Saleres.
¡Bajada, bajada a la vista! Que bonitas palabras, cuando se baja de verdad y más acompañados de naranjos, de grandes y centenarios olivos. Porque en estas tierras, en este Valle, han aprovechado su clima y la mano del hombre. Porque los olivos los dejan crecer y crecer para que les sirvan de cobijo a los naranjos y hagan, de esa cercanía, su refugio, su armadura, contra las posibles heladas del invierno. También observamos, a pesar de la sequía que padecemos, una gran cantidad de enormes depósitos circulares de agua para el regadío. Porque aquí todo está inundado de kilómetros de tubería de goma negra (pvc) para el goteo, para aliviar la sed de los naranjos incluso la de los olivos centenarios.
¡Naranja, naranjas a la vista! Nota dominte en el paisaje hoy. Todo un contraste con el verde, el azul y el blanco de Sierra Nevada al fondo. Al final de la pronunciada vereda, llegamos al río Saleres, Albuñuelas o Santo, y que abastece el embalse de Béznar, con sus vecinos Dúrcal y Torrente. Lo cruzamos, sin problemas y llegamos al pueblo de Saleres, para luego volver por un paso hormigonado de nuvo a su margen derecha. Desde allí nos dirigimos a Restabal, atravesando como por entre el corazón de este Valle.
A las 17:30 horas llegamos de regreso al coche. Nos encaminamos de regreso hacia Granada, no sin antes hacer una parada en el Restaurante "Los Naranjos" de Melegis, donde tomamos café y compramos varias redes de naranjas. La joya de la corona de este hermoso Valle, con mayúsculas. ¡Un saludo y hasta la próxima!

CAMINO... ¿HACIA DÓNDE?

CAMINO... ¿HACIA DÓNDE?















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Este “¿hacia dónde?”, como que siempre nos espere y nos siga muchísimos años, aguardándonos a la salida. Preguntándonos por ese nuevo horizonte o perspectiva. Con la mochila llena de ilusiones, con la cámara fotográfica alimentada (pilas de repuesto incluidas) pero en ayunas sobre el camino de inicio, el que nos aguarda. Con todos nuestros sentidos a la receptiva. A la espera de ese paisaje azul, que descubrieron nuestros antepasados, que respetaron nuestros antecesores para ahora nosotros heredarlo, listo para disfrutarlo; para fijarlo a nuestra memoria cuidando el medio ambiente, la flora, la fauna y todo cuanto nos vaya saludando por delante.
Como esto del andar, a casi todos nos viene de lejos, se me ha ocurrido acercarlo hasta vosotros, enseñaros ese mínimo de espacio, un poco de mi tiempo al que le dedico a estos caminos, caminatas y paisajes del Sur la mayoría de los fines de semana.
Y como toda vivencia está llena de subjetividad, perdón por la espontaneidad. Perdonadme porque a lo mejor no es tan buena como la pinto, como la disfruto reviviéndola mientras os la cuento. Porque la única forma de mejorar cualquier relato es lanzarse a su encuentro, encaminarse hacia todas estas veredas y rutas ahí existentes sobre el despliegue de la naturaleza, bajo el abrigo y amparo de la experiencia. Esa que se va adquiriendo poco a poco, paso a paso, trago tras trago. Cometiendo errores naturalmente, equivocándose por uno mismo, desandar incluso a veces lo andado; pero en definitiva volver a casa con la mochila llena de sueños e ilusiones futuras.
Pero en definitiva, ¿hacia dónde...? ¡Hacia donde el camino te deje o te lleve, te indique ese pequeño montículo de piedras, señal inequívoca de que por ahí pasaron otros antes sobre el ánimo del regreso, esa marca de pintura en forma de sangre o nieve, de rojo y blanco, de verde y tantos, y que dejaron para guiarnos. Pero que, si te fijas, siempre significará mas que una señal, una pisada hacia delante ! Porque uno a uno, una a una, como granos de arena, formamos esa gran montaña gigante, ese sueño sobre el paisaje! J.M.M.